jueves, 10 de mayo de 2007

¿A qué llamamos profecía autocumplidora?




Paul Watzlawick, la define como una suposición o predicción que
por el sólo hecho de haberse llevado a cabo convierte en real a
aquel supuesto y de esta manera cierra el círculo confirmando
su propia exactitud. El ejemplo más claro sería aquel niño que
durante todo su crecimiento se le dice constantemente "sos
un tonto", "vos no podés hacer esto", "yo lo hago por vos porque
vos no lo sabés hacer bien", y muchas otras frases lamentablemente
tan comunes; por lo tanto este chico al transformarse en adulto
seguramente será verdaderamente un "tonto" y confirmará la
acusación de la cual era víctima. Es decir que una conducta
determinada provoca en los demás la reacción frente a la cual
esa conducta sería la más adecuada, por ejemplo el
pensamiento de un hombre: "yo trato mal a las personas porque
ellas me tratan mal a mí"; cree entonces que la conducta más
adecuada frente al maltrato de las personas es tratarlas a ellas
de mala manera, pero lo que deja de lado es que quizás las
personas lo tratan mal por su actitud agresiva hacia ellas. Es
decir, con su actitud o su conducta provoca en los demás
aquello que le disgusta: que lo traten mal. En la tradición de las
familias judías orientales se hacía un uso práctico de los efectos
de la profecía autocumplidora: como los matrimonios eran
arreglados por los padres sin consentimiento de sus hijos,
se buscaba armonizar la situación a través de un casamentero
profesional quien hablaba con el futuro novio "confidencialmente"
y le informaba que una muchacha estaba muy enamorada de él,
pero que no se animaba a confesárselo. Luego la muchacha,
futura novia, era también llamada por el casamentero, quien le
confesaba pidiendo que guardara el secreto, que un
muchacho (el futuro novio) sufría desconsoladamente de amor
por ella. Los resultados eran inmediatos, ambos jóvenes
comenzaban a mirarse con otros ojos y tarde o temprano
caían bajo el influjo de Cupido.

El excelentísimo William Shakespeare en "Mucho ruido y pocas
nueces" refleja la misma situación a través de los personajes
de Beatriz y Benedicto, quienes parecen odiarse profundamente,
en donde cada encuentro interpersonal es un intercambio de
fuertes palabras, una escalada simétrica que pretende
demostrar que no serían capaces nunca de enamorarse, y mucho
menos de acceder al matrimonio; entonces los personajes más
cercanos a ellos traman un plan utilizando los efectos de la profecía
autocumplidora, para lograr que se amen con locura. El plan
funciona. Benedicto resignifica su situación y expresa con orgullo:
"cuando dije que moriría soltero no pensaba que viviría
hasta el día de mi matrimonio".
Pero un final feliz a través del uso de la profecía autocumplidora
es una excepción a la regla.

A principios de 1973, el psicólogo David Rosenhan publicó el
resultado de una investigación con el título "Estar sano en un
medio enfermo" (puede leerse este artículo en el libro
"La Realidad inventada" de Paul Watzlawick) en donde demuestra
que ciertos diagnósticos
formulados en psiquiatría no definen un estado de enfermedad, sino
que lo crean. Si bien dicha enunciación cayó muy pesada en todo
el ámbito científico, basta con leer el artículo para asombrarse
de las verdades que en él se expresan, verdades que son
simples observaciones de los hechos sucedidos dentro de un
hospital psiquiátrico.
En la vida de pareja encontramos el ejemplo más claro cuando
cada uno de los integrantes cree que los conflictos se deben
a la actitud del otro; una esposa que se queja de que su
marido no está nunca en la casa, su marido que no está nunca
porque su mujer siempre se queja... y así las culpas van y vienen
desde un polo al otro, sin pensar en la relación que se encuentran
estableciendo y en que en toda pareja la responsabilidad es
compartida.
Las personas ancianas también sufren de este tipo de profecías,
superada una determinada edad se cree que ya no son capaces
de realizar ciertas tareas y se los tratar como si fueran niños;
pero los experimentos y estudios realizados demuestran que la
creencia en el deterioro mental y físico es más grave que
el deterioro mismo, porque genera una renuncia al potencial
disponible y produce que al dejar de practicar ciertas actividades,
se pierda la habilidad en las mismas.
El pensamiento positivo busca terminar con este tipo de cárceles
mentales y permite a la persona liberarse de sus propios
pensamientos negativos o de las afirmaciones que otros han
realizado sobre ellas, las cuales no les permiten desarrollarse
plenamente en la vida. Si sostenemos la firme creencia de que
no somos inteligentes o de que no podemos estudiar porque
carecemos de la concentración necesaria, entonces es más
que seguro que no podremos llevar adelante una carrera universitaria.
Si pensamos que somos demasiado obesos o desagradables
estéticamente y que ninguna persona ella (interna y externamente)
querría estar a nuestro lado, entonces seguramente por miedo
al rechazo no buscaremos a ese tipo de personas y confirmaremos
nuestra teoría: que no es posible que estemos al lado de una bella
persona. Estas afirmaciones a veces nos llegan desde nuestros
padres o entorno y las tomamos como verdaderas sin cuestionarlas:
"no tenés suerte para los negocios", "los hombres no saben cuidar
un hogar", "nunca vas a aprender a manejar", "no sabés cocinar",
"nunca vas a recibirte", "estás loco", son sólo algunas frases que
pueden quedar grabadas en nuestro inconsciente para convertirse
finalmente en realidades.
Superarlas implica un trabajo de autorreflexión, muchas veces estas
frases han repicado en nuestros oídos durante toda nuestra
infancia y adolescencia, por lo que se necesita juntar valor para
enfrentarse a ellas y decir "esto no es así" o "esto no será así, yo
construiré mi futuro". El primer paso sería poder identificarlas, ya
que a veces se encuentran tan arraigadas en nosotros que pasan
absolutamente inadvertidas. Luego comenzar un proceso de
desprogramación de las mismas para incorporar nuevas profecías
en nuestra mente que sí deseamos que sean cumplidas:
"seré exitosa en mi profesión", "yo puedo hacer esto", "yo soy capaz"
, "soy hermosa", etc. Escuchemos si nuestra voz interior nos
dice: "no" o "nunca" y ayudemos a que cambie y diga "si".




Autora: Marina Gimena Deon.
http://www.deon.com.ar/82psicologia.html